En el
año 2012 Acceplan publicó los primeros artículos sobre Accesibilidad Cognitva,
un aspecto de la accesibilidad universal poco tratado hasta ese momento. Respondiendo
a la sugerencia de Fernando Alonso, trabajé sobre los espacios laberínticos y los
umbrales, conceptos que se proponían unos como como efectos a romper y otros
como requisitos o condicionantes para facilitar la orientación espacial de entornos
y edificios. En ese momento el “Modelo para Diseñar espacios Accesibles,
Espectro Cognitivo” estaba aún en desarrollo y estos artículos (que se pueden
leer en este mismo blog) pasaron a formar parte de los capítulos del libro
publicado por La Ciudad Accesible (Granada, noviembre de 2014 primera edición y
agosto 2015 segunda edición).
Después de llevar a cabo proyectos de diseño accesible
en edificios públicos y privados (ayuntamientos, centros de personas con
discapacidad y centros de día, edificios administrativos, universidades) de desarrollar
cursos de formación con estudiantes y usuarios con diversidad funcional se
pueden avanzar nuevos conceptos que no hubieran sido posibles sin el conjunto
de innovaciones desarrolladas anteriormente en la materia, tratada como un
medio o instrumento para la inclusión de personas con diversidad cognitiva.
Estas experiencias con usuarios condujeron a la consolidación de los conceptos
que se desarrollan a continuación.
Seguridad espacial cognitiva
La
accesibilidad cognitiva o universal, es el resultado de pensar en todas las
personas y una condición a la que deberían tender los entornos y edificios si
se pretende que el hábitat donde se desarrollan las actividades humanas y sus
relaciones recupere un objetivo de calidad que casi se ha perdido, en pro de un
desarrollo desmesurado de las infraestructuras, los intercambiadores y de la
tipología de barrios que se diseñan. Para ello el espacio debe reunir unas condiciones de calidad ambiental que permitan que todas las personas puedan desarrollar
sus cualidades sin que medien
barreras y sin que se pierda la calidad estética, funcional y la creatividad de
los diseñadores de esos entornos y edificios. Este objetivo que se ha olvidado en
tantos casos, es una condición que lamentablemente pertenece a más del 90% de los
entornos, incluidos aquellos dedicados a actividades donde se desenvuelven
personas con diversidad funcional.
De la conclusión
anterior se deriva un concepto complejo que tiene repercusiones sobre el
disfrute y el respeto del conjunto de derechos de las personas con discapacidad
que emanan de la Convención que España refrendó en el año 2008. Es la inseguridad cognitiva, una sensación física
y mental (sin ser física de manera inmediata) como consecuencia del estrés y de
la angustia que genera la confusión, la desorientación y la pérdida de
referentes espaciales. Esta sensación solo
puede eliminarse si se generan una serie de respuestas en materia de diseño que
el espacio debería ir introduciendo, acompañadas por soluciones de apoyo de
índole verbal, escrita y gráfica.
La inseguridad
cognitiva tiene su reflejo en el aislamiento, la dependencia de apoyos humanos y
de excesos en la búsqueda de tecnologías para el control personal, que se
justifican publicitándolas como tecnologías que apoyan a las personas. Un hábitat cognitivamente accesible es un paso de gigante que habría
que dar para la inclusión de todas las personas que libremente quieran y puedan
desplazarse, comunicarse y relacionarse. Pero donde es absolutamente necesario es para
el logro de la autonomía, como el derecho a la toma de decisiones en relación
con el desarrollo de actividades que en las actuales circunstancias les están
vedadas a muchas personas, debido a las dificultades que el entorno entraña
para sus desplazamientos y su seguridad física y mental.
A lo largo de los últimos años en que la
accesibilidad universal desarrolla conceptos primero y normativa después, la
parte cognitiva no ha recibido respuestas ni audaces ni comedidas por parte de
aquellos que establecen reglas y mandatos sobre este tema. Tal vez estos desafíos se miran con mucho
respeto, debido a la heterogeneidad de situaciones que se encuentran en el
espectro cognitivo. Retrasar la necesidad de asumir la obligación de diseñar
espacios para la seguridad cognitiva -autonomía personal e inclusión social- es
una meta que no se puede justificar por el exceso de normas que ya existen
sobre accesibilidad universal: la
seguridad cognitiva requiere sus propias determinaciones y conceptos.
Aparentemente, desde instituciones y organismos
no se cree necesario establecer normas de diseño para la seguridad cognitiva.
Esto va a determinar de manera permanente y a largo plazo (sobre todo en
espacios urbanos) menor calidad de vida
para muchas personas, jóvenes y mayores Precisamente desde la experiencia en
diferentes espacios, con usuarios y diversidad se ha comprobado que
determinadas reglas de diseño, no solo la señalética son fundamentales para
asegurar a las personas que desde que salen hasta que llegan a su destino, lo
hacen de manera segura con autonomía y seguridad cognitiva. Porque “Cada vez
que recordamos algo nuestro cerebro reescribe nuestros recuerdos para ajustarlo
a nuestras expectativas y creencias” (Rodrigo Quian Quiroga, ver pie de página).
Y la disminución de alternativas, disminuye también los recuerdos y las
actividades cerebrales, la memoria semántica de espacios y personas, que por el
contario, activan las experiencias, las expectativas
permanentes y la capacidad de abstracción.
Una plataforma para la inclusión
La comunidad y
la sociedad en su conjunto son la motivación principal para trabajar, un
compromiso adquirido por España a partir de su adhesión a la Convención de los
Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas en 2008. Y sobre
todo, para cumplir con lo que determina la legislación nacional y local en
materia de respeto por los derechos de las personas con diversidad funcional.
La inclusión
tiene un significado que debe ser maximizado, ya que es la interacción en el
espacio, en un contexto determinado, compartiendo conocimientos y actividades
con y entre todas las personas, con su propia diversidad funcional: el círculo de la inclusión. Pero lo que hay que evitar es un círculo que hoy
margina, y no alienta el conocimiento de todos los entornos y espacios, las
personas, las organizaciones, las actividades.
Una plataforma
para la inclusión requiere abrir el círculo y sobre todo cooperación, ya que no
se puede hacer de manera aislada y segregada: esto es lo opuesto a la
inclusión. La unión de esfuerzos, opiniones y grupos de trabajo fortalecerá un
camino sin vuelta atrás de derechos humanos y evitará que la cadena se rompa en
el punto que debería ser más fuerte y está resultando más débil: la de la
cooperación y colaboración entre instituciones especializadas en aras al logro de
la calidad de vida de todas las personas. “La unión hace la fuerza”, y en este
caso la fuerza reside en la consolidación de las condiciones de igualdad y de
los derechos individuales para la toma de decisiones, a través de un entorno y
una información accesibles y de una sociedad inclusiva, sin matices
proteccionistas, pero segura para todos.
Pie de página: Rodrigo
Quian Quiroga es el neurocientífico que descubrió la neurona de Jennifer
Aniston. Autor de “Borges y la memoria”.
Foto: Integrantes del Curso de verano de la UPCT
Foto: Integrantes del Curso de verano de la UPCT
Que buen concepto alguien me podría compartir por correo libros recientes sobre el tema de accesibilidad e inclusión, soy una persona con diversidad funcional y trabajo en una universidad en Colombia, agradezco todo el material y páginas de contacto que me puedan facilitar, mi nombre es javier ignacio bernal mesa javierbernalmesa@gmail.com
ResponderEliminarEn la última entrada de junio 2017 están los enlaces de los libros sobre accesibilidad cognitiva.
EliminarLos Muebles de oficina Madrid deben estar dispuestos de una manera tal que permita la comodidad de los empleados a la hora de responder las encuestas de clima laboral, si se desea realizar una administración colectiva
ResponderEliminarTotalmente de Acuerdo.
Eliminar